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Monitoreo de la gobernabilidad democrática

13-06-2024

Sudáfrica: 30 años es mucho

Desde 1994, con el arribo democrático, el Congreso Nacional Africano (ANC) ha sido el partido hegemónico. Pero eso ha comenzado a cambiar desde la elección del pasado 29 de mayo en la cual la agrupación pierde la mayoría parlamentaria por primera vez
Por Omer Freixa

Alrededor de 28 millones personas fueron convocadas al voto para la renovación de los 400 escaños parlamentarios y las legislaturas de las nueve gobernaciones del país conocido como “Nación Arcoíris”. Del resultado del voto en el Parlamento de Ciudad del Cabo se decidió que Cyril Ramaphosa sea reelecto pero en el balance de la gestión del mandato que logra su consecutivo hay más sombras que luces, una victoria pírrica.

Se llevó a cabo ese miércoles de mayo una suerte de referéndum sobre las tres décadas en el poder del partido dominante y el mismo obtuvo resultados a la baja tras una perfomance mediocre, sobre todo en lo económico. A esto se agrega un cóctel peligrosísimo de temas, como la inseguridad, servicios deficientes y corrupción. En suma, este balance negativo ha hecho descender el voto del ANC al 40,18% desde el 57,5% de 2019, casi 20 puntos de pérdida en un lustro, o peor si se compara al 62,15% alcanzado en 2014. Ahora el otrora prestigioso partido de la liberación deberá integrar una coalición gobernante. Las negociaciones ya comenzaron.

La economía y sus pendientes

Más del 30% de la población sudafricana padece desocupación, que afecta sobre todo a los sectores más jóvenes. De 62 millones de habitantes, 18 millones viven en la pobreza y casi 30 millones dependen del asistencialismo y de las ayudas. En una palabra, Sudáfrica es el país más desigual del planeta. Según datos del Banco Mundial (2022), el 10% de la población retiene el control del 80% de la riqueza nacional. Claramente las huellas del apartheid continúan vigentes, es decir, si bien el sistema de segregación racial más oprobioso de la historia, con la llegada al gobierno del ANC entre abril y mayo de 1994, terminó en un sentido jurídico e institucional, el mismo perdura en su dimensión socioeconómica. Es decir, mayorías negras excluidas de los beneficios que son retenidos por una minoría predominantemente blanca, como en el pasado. En breve, el criterio racial aún determina la estratificación social. No se ven habitantes blancos en los townships, las barriadas más populares y donde la miseria es muy visible.

Hay que colocar en la balanza las cifras macroeconómicas. La economía del país en 2023 solo ha crecido un 0,6% frente al 1,9% de 2022. Y las cosas no marchan mejor en 2024 cuando el primer trimestre registró una retracción del 0,1% luego de aumentar la misma cifra en el último del año pasado. En un país altamente industrializado, el sector de la manufactura fue el que más se derrumbó, en el orden del 1,4% restando 0,2% al crecimiento total del PBI. En este contexto difícil la población sudafricana fue convocada a votar y, pese a todo, lo hizo con bastante entusiasmo. No obstante, pronósticos sombríos. La calificadora Moody’s advirtió que la pérdida de la mayoría absoluta del ANC puede generar incertidumbre y obstaculizar la resolución de la crisis actual.

Otro problema es la inseguridad que crece y preocupa debido a los magros resultados económicos obtenidos tras 30 años de administración del ANC y otras dificultades. Las tasas delictivas, que incluyen actos criminales violentos, son particularmente altas en grandes ciudades sudafricanas como Johannesburg, Durban y Pretoria. En efecto, la medición de Sudáfrica en el Índice del Crimen Organizado (2023) es nada alentadora, ubicándose en el puesto 7 de entre 193 países, primero entre las trece naciones de África austral y tercero en el ranking continental. Según datos de la policía, más de 1,8 millones de casos de crímenes violentos fueron reportados durante el año financiero 2022/23, representando un 7,7% más, o 129 883 incidencias, en el incremento respecto de igual período anterior. También aumentaron los crímenes derivados del accionar policial en ocho de las nueve provincias, calculándose un 11,8% de suba a nivel nacional al comparativo de igual lapso previo.

Servicios deficientes

Otro ítem que en el balance afectó la performance electoral del ANC fue la gestión energética. Sudáfrica es un país habituado a los cortes del suministro eléctrico. Una pésima administración y la corruptela han generado que la proveedora Eskom no brinde adecuadamente tal servicio. El año 2022 fue particularmente problemático. Para prevenir un colapso total de la red energética y un apagón masivo a nivel nacional, con una empresa endeudada y aduciendo imposibilidad de mantención del sistema, esta comenzó a alternar cortes de luz espacialmente. Sin embargo, el problema es que, siendo las interrupciones del servicio anunciadas, muchas veces la firma no respeta las programaciones. En definitiva, los cortes de luz complican el desarrollo económico, causando a diario pérdidas millonarias, y la posibilidad de combatir el desempleo. El “load shedding”, como se conocen localmente estos cortes de suministro en Sudáfrica, se ha transformado en un símbolo de la ineficacia del ANC y constituye una crisis agravada a más de quince años de iniciada e in crescendo. Pese a que desde Eskom aseguran que el problema está resuelto y la crisis estaría desactivada, el escepticismo persiste.

Corrupción

El quid de la cuestión, un argumento de peso que ha provocado un significativo descenso en el caudal histórico de votos a favor del ANC, es el flagelo de la corrupción que carcome todo el tejido social. El caso más notorio involucró al expresidente Jacob Zuma, un histórico del partido que siendo electo presidente en 2009, y reelecto en 2014, debió renunciar en 2018 por una impresionante acumulación de casi 800 causas en su contra. A punto de ser sometido a juicio político por la plana mayor del ANC, presentó la renuncia. Este caso dividió profundamente a la agrupación, dañó su imagen y el procesamiento del exmandatario llevó a graves disturbios que sacudieron a la nación en 2021.

A fines de 2023, en forma paradójica, Zuma se relanzó a la competencia electoral cuando, utilizando el caudal simbólico del ANC, presentó su propio partido con el nombre del grupo antiguo de la agrupación de choque contra el apartheid, uMkonto We Sizwe (Lanza del Pueblo), el brazo armado del partido fundado en 1912. Esta escisión partidaria lastimó la capacidad electoral del movimiento de Mandela y se posicionó en un sorpresivo y vertiginoso tercer lugar (si se considera su creación reciente), con el 14,58% del voto. Le siguió otra facción desprendida del partido ganador, los Economical Freedom Fighters (EFF), con 9,52% del sufragio, creada y dirigida por Julius Malema, un exlíder de las juventudes del Congreso que en 2013 fundó esta agrupación tras su expulsión del anterior. Con un discurso bastante virulento y de formación marxista, entre sus ideas y propuestas destacan la redistribución de tierras a la mayoría negra y la nacionalización de sectores económicos clave, como el minero en un país en el cual la minería es la actividad central. Sudáfrica es el principal productor mundial de platino, por ejemplo.

En suma, ambos partidos le restaron 24% del voto al del presidente Ramaphosa y entre las dos formaciones al partido que quedó en segundo lugar, de nuevo, la Democratic Alliance (DA), liderada por el único candidato blanco de entre los más de 50 partidos que se presentaron, en un récord si bien la participación fue del 58,64% y cayó unos siete dígitos respecto de 2019. Se trata de John Steenhuisen, que reunió el 21,81% del sufragio. Con ideas más pro-mercado, y surgida en 2000, responde a una agrupación de centroderecha que se alió a otras cinco formaciones para restar eficacia al ANC y sería la que más representa al electorado blanco y a otros grupos minoritarios, si bien siempre tuvo ideas opuestas al apartheid. En su campaña también apareció la referencia a combatir la corrupción de la cual el ANC se ha convertido, lamentablemente, en un símbolo, aducen desde el partido que ahora deberá compartir gobierno con su rival. En el Índice de Percepción de Corrupción de Transparencia Internacional (2023) Sudáfrica está un poco por debajo de mitad de tabla, en el puesto 93 de entre 180, descendiendo dos posiciones respecto de 2022.

Mandela ya no rinde lo que antes

En 30 años el ANC perdió el gran prestigio que supo cosechar como el partido que logró la salida del apartheid vigente entre 1948 y 1994. En parte se debe a que generaciones enteras nacieron luego de 1994 o eran demasiado jóvenes como para recordar uno de los procesos más impresionantes de la historia, la descomposición de ese sistema. El recuerdo de la gesta del partido liberador les resulta completamente ajeno y la media de edad nacional no llega a los 30 años.

Omer Freixa
Omer Freixa
Consejero Consultivo
Magíster en Diversidad Cultural y especialista en estudios afroamericanos por la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Licenciado y profesor en Historia, graduado en la Universidad de Buenos Aires. Investigador, docente y escritor. Autor del sitio web www.omerfreixa.com.ar. Colaborador freelance en sitios locales y españoles.
 
 
 

 
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